BOBOVAC – JAJCE | 167.708 KMS
Entre dos altas montañas de bosques frondosos, que sólo se accede por un camino de piedras y con un río que serpentea entre las faldas de las montañas, allá en un rincón abandonado del mundo, que prácticamente no existe, hemos despertado hoy. EL cencerro de una vaca ha sido el despertador y el pastor y su rebaño nuestro primer contacto matutino.
Después de desayunar, hemos subido a Bobovac. Para llegar exactamente hasta la fortaleza hay que adentrarse en el bosque por un camino empedrado primeramente y luego uno de tierra a unos 20 min. aproximadamente.
Cuando se llega, las vistas que ofrece el enclave son simplemente bárbaras, sobrecogedoras. Las montañas llenas de vegetación, te hacen sentir minúsculo, es extraordinario. En silencio observamos nuestro alrededor; el bosque nos observa…







De Bobovac nos dirigimos a Vranduk, otro municipio que contiene otra fortaleza. Para llegar hasta éste, hay que pasar por Zenica, ciudad metalúrgica, sus chimeneas humeantes desprenden un humo rojizo que impregna todo a su alrededor. Llegamos a Vranduk, el acceso al pueblo es curioso, tienes que atravesar un túnel semi derruido y totalmente oscuro. Cuando entramos con la furgo, parecía que nos habíamos metido en una mina. El pueblecito resulta ser encantador y la ubicación de éste, escondido de la carretera principal, de ahí el túnel, propiciando un entorno tranquilo y sosegado. La fortaleza, que es prácticamente la razón de ser de la población, es digna de ser visitada. Después de ver y charlar en «esperanto» con el responsable del lugar, nos ha invita a realizar unos lanzamientos con arcos y flechas de fabricación casera. Nos divertimos intentando dar en el blanco.
Reanudamos la marcha y nos dirigimos a Travnik, centro cultural de la región (según la guía).
Aquí encontramos una impresionante y enorme fortaleza medieval, rodeado de minaretes y bosques preciosos. Subimos hasta arriba y disfrutamos de las vistas de la ciudad.
A los pies de dicha fortaleza hay un pequeño paseo, atravesado por un río y que está engalanado con unos árboles que dan sombra a las terrazas y tiendas de souvenirs.




Hoy es día de kilómetros. Nos vamos hacia Jajce para pasar la noche. En esta población hay unas cascadas que son su reclamo turístico. Las visitaremos mañana. Cerca del pueblo hay un camping, como es económico y tenemos que hacer lavadoras, al margen de que todos los alrededores están muy sucios, decidimos acampar en él y pasar la noche tranquilamente y con las puertas abiertas que hace calor.
JAJCE – MOSTAR | 168.108 KMS



Alrededor de las diez, cogemos las bicicletas y vamos a dar una vuelta por el estanque, hasta las cascadas con la intención de darnos un baño. El lugar es tranquilo, como viene siendo habitual; la carretera que bordea el estanque facilita el uso de la bici mientras contemplas las vistas. El baño imposible porque está lleno de basura. Sin pronunciar palabra nos sentamos a observar un rato la caída del agua, después de un rato, nos vamos para el camping recogemos y nos vamos, no pagaremos otra noche para estar rodeados de basura.
El país nos oprime, su clima, su historia, su conservación, su policía… Hay un momento de crisis. Visitamos la cascada y su fortaleza. La primera es decepcionante, por su cuidado y por la escasa espectacularidad, no se corresponde ni hace gala de fama que le precede; la segunda, en cambio, muy positiva y muy recomendable de visitar, como también el centro urbano, que tiene un entramado de calles muy interesantes por las que pasear. Jajce, fue unos de los enclaves que más veces cambió de bando durante la guerra y eso se hace palpable en los recuerdos.



Decidimos ir hasta Jablanica, la «Suiza» bosnia según la guía. Hay bastantes kilómetros, pero no hay prisa, llevamos la casa a cuestas y podemos detenernos donde queramos. El trayecto transcurre con normalidad, muchos controles policiales, muy buenos parajes y rincones dignos de ser visitados. Bosnia es espectacular, pero de espartano trato. Superamos un encantador puerto de montaña que esconde en su cúspide otro de los monumentos de Tito, es bárbaro encontrar estos gigantes de cemento en medio de la nada. Al llegar a la supuesta Suiza no está, ni se la espera. Lo poco que vemos no invita a buscar alojamiento, así que vemos un supermercado y decidimos entrar, pero antes… ¡¡¡CONTROL POLICIAL!!!… Como estábamos entrando en el parking seguimos con la maniobra, ignorando a los agentes. Éstos ante nuestra reacción, se les suceden una serie de pensamientos que se les delata por los gestos de sus caras, la cuestión es que una vez aparcados vimos como venían hacia nosotros, y una vez a nuestra altura empezaron a increparnos. Intentamos hacerles entender que el control se encontraba más avanzado de nuestra posición. Esto enciende más los ánimos, empiezan a pedirnos los papeles, nos piden dinero. Pues una mierda… le quitamos el permiso de Maya, pues ella no iba conduciendo, y les decimos que los que tienen un problema, son ellos con sus controles. Al final… nos dan los papeles y sin mirarnos nos dicen que nos vayamos del pueblo inmediatamente. La gota que colma el vaso. Nos gusta sentirnos libres y en un país tomado por estos sinvergüenzas es bastante complicado.
Así que nos dirigimos hacia Mostar. Esta parte del país es ligeramente diferente a la central. Es igualmente muy accidentada geográficamente, pero su flora cambia bastante. Dejamos atrás los fabulosos, pero inquietantes bosques, para pasar a una vegetación mucho más baja y seca, propiciada por un clima más mediterráneo. Al llegar a Mostar, encontramos un parking cerca del centro; es un pequeño solar entre edificios. Aunque cansados salimos a dar un paseo por el centro. Limpio, turístico y muy bonito, vemos el puente y lo atravesamos. Recordamos aquel reportaje que nos mostraba como lo cruzaban un grupo de periodistas entre disparos, así como el aspecto de las zonas colindantes. Cenamos en un restaurante y nos vamos a dormir a nuestro rincón.

MOSTAR – GRADAC, CROACIA | 168.108 KMS
Por 7 euros, hemos dormido en el mismo centro. A ¡5 minutos! caminando del puente. El apartamento rodante tiene estas ventajas. Nos hemos levantado, desayunado y Maya con los niños, ha ido a buscar un cibercafé. Todo Mostar está sin luz hasta las cuatro de la tarde, por lo visto es bastante habitual.

La siguiente visita es Medjugorje. Resulta ser horrible, centro casposo de peregrinación con souvenirs horteras y caros. Aquí te comercializan un estola, una cruz de metal o una estampita de la Virgen. La historia de esta población es que se hizo famosa porque varios adolescentes, dijeron ver a la Virgen en un punto en concreto. Continuamos en dirección a la costa, como si esto constituyera una fuente de tranquilidad. Por la carretera en lo alto de una montaña rocosa, vemos un castillo, una enorme construcción que se levanta en una colina que domina todo el territorio.




Buscamos el camino pues no está señalizado, preguntamos a un lugareño y como puede nos lo indica. Deducimos que es un camino de piedras que hemos visto anteriormente. Maya se niega a subir, no por la inclinación, sino por la enormes piedras. Para arriba. Cada vez peor. Un pastor de la zona nos mira; hace tiempo que por aquí no circula nadie; no hay rastro de marca de ruedas.
El castillo se encuentra en algún punto entre Medjugorje y Ljubuški, posiblemente sea Buturovic, deducción en el mapa. Es bestial, enorme, se encuentra medio derruida, está abandonada, pues pareció que en algún momento quiso ser recuperada pero la falta de fondos, suponemos, no permitió la conclusión del proyecto.
Solos, con el viento como único acompañante, hemos paseado entre las ruinas y a falta de folletos informativos, nos hemos inventado nosotros la historia.
Como era hora de comer preparamos el chiringuito. En la más absoluta soledad, y con el castillo como testigo mudo, hemos comido un precocinado de comida serbia. ¡Inmejorable! Sino fuera otra vez por la cantidad de basura que hay por allí.
Nos hemos dirigido a las cascadas de Karec. Escépticos a lo que podíamos encontrar hemos descubierto un lugar fantástico. Nos bañamos y comemos un helado. En el mismo recinto del complejo hay un parking y decidimos acampar.
Después de estar bien acampados, cerca de las 20:00 h. apareció un hombre por detrás de la furgoneta, nos ha comentado que nos teníamos que ir de allí, pues no era seguro. ¡Joder! ¿Qué pasa aquí? No hemos tenido en ningún momento sensación de inseguridad; era cierto que la zona limítrofe a las cascadas era poco menos que lúgubre pero allí mismo no sé… en fin.
Ante la advertencia, hemos recogido y hastiados, nos hemos puesto a buscar un lugar para dormir.
Finalmente y ante un cansancio evidente de los pequeños que llevan días de bastante brega, la solución ha sido cruzar la frontera y buscar un autocamp para dormir tranquilos. Hemos llegado a Croacia.
¿Qué ha pasado en Bosnia? o ¿qué nos ha pasado en Bosnia? Las sensaciones son algo inexplicables condicionándonos, la manera de percibir la realidad que nos envuelve. Bosnia, el país del agua, de los grandes paisajes, pero también el país que recogió la última guerra europea, que está sumido aún, en una posguerra esquizofrénica, que hacen difícil sino imposible, su curación. Pero también es un país, en todo caso, en el que cualquier viajero interesado en la zona, podría imaginar una aventura estupenda, por su entorno, por su historia, pero que a nosotros se nos ha convertido, en una sucesión continua de malestar físico y psíquico. ¿Por qué? Los recuerdos de la guerra indelebles, siempre presentes, que nos acompañaron en todo momento, son algo difícil de sobrellevar, más cuando tus hijos te preguntan al respecto y no sabes como plantearle el problema. El paisaje precioso, sin duda, se convierte tremendamente en abrumador cuando contemplándolo, te hace sentir tan sumamente pequeño. El clima frío y seco, hace congelarte el alma, dejas correr la imaginación y ésta hace el resto… Pero cuestiones como la ansiedad de Alberto, la policía siempre presente, influyeron en detrimento de nuestro fluir. Bosnia, sin duda, paga un precio por su posguerra y su religión. En Europa es difícil sobrevivir, más cuando eres pobre.